Amanda y el coquí. Cuentos cortos fantásticos


Amanda y el coquí

Autor: Millie Rivera

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Cuento publicado el 10 de Julio de 2010


Amanda estaba inquieta. El telón del día había caído, el cielo comenzaba a cambiar su vestimenta. A lo lejos diminutas luces comenzaron a iluminar el sendero. Tal parece que la noche se vestía de fiesta. Amanda estaba asombrada ante aquel majestuoso acontecimiento. La nostalgia invadió su ser. “No comprendo, hace apenas unas horas un manto azul cubría el cielo. Poco a poco y sin darme cuenta, el cielo se ha ido transformando”

Desde el cielo, las estrellas parecían sonreírle. “Algo hermoso debe estar oculto, tras ese inmenso manto” pensó. Cerró sus ojos y meditó en la paz que sentía al admirar el gran espectáculo que tenía antes sus ojos. Saboreando cada instante vivido, Amanda escuchó el susurro de la brisa suave y celeste que acariciaba levemente sus oídos. Aquella suave y fresca brisa, penetraba en su alma y a su vez elevaba su espíritu tan cerca del cielo que parecía tocarlo con sus dedos.
Fue sumergiéndose en una paz profunda. De repente, escuchó un canto fuerte, profundo y constante, puedo asegurarles que ensordecedor. Pensaba “esa es señor, creación tuya, tal vez me quieras hablar a través de ella”. Coquí, coquí, cantaba aquella diminuta rana, cada vez más fuerte. Coquí, coquí… Tal parece quisiera que su canto cruzara los límites del manto que rodeaba aquella hermosa noche.
La quietud que la envolvía permitió que algo extraordinario sucediera. Pudo comprender el canto de aquella diminuta criatura. Era el Coquí puertorriqueño, símbolo nacional de nuestra isla. Con su canto aquella ranita, elevaba a Dios la siguiente oración. “Desde mi tierra Señor, elevo esta oración, te pido por Puerto Rico y todos sus habitantes. Enciende la caridad en todos los corazones. Ese amor que nunca falte en cada ser humano y que todos nos amemos como se ama a un hermano. Que los hombres y mujeres aprendan a perdonar para que muera por siempre la envidia y la maldad. Que se impregnen las huellas de Cristo en su corazón te pido mi Dios querido, escucha esta oración.

Amanda estaba extasiada ante el canto del coquí, pues no cantaba señores, el coquí puertorriqueño. Oraba por nuestro pueblo, oraba de corazón y Amanda lo escuchaba desbordada en emoción. Lagrimas de esperanza rodaron por sus mejillas, era un momento difícil de repetir.
Amanda guardó silencio, Dios escuchó la oración, mientras el manto celeste se cambiaba una vez más. Un color anaranjado con destellos de colores abrió paso al nuevo día, y Amanda fue feliz pues encontró en el coquí fe, esperanza, caridad y alegría.

//alex


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Últimos comentarios sobre este cuento

Fecha: 2010-07-30 07:40:32
Nombre: Millie Rivera
Comentario: Gracias Dora, espero que el canto del Coqui, traspase a cada rincón del mundo


Fecha: 2010-07-24 12:42:54
Nombre: Dora I. Acosta
Comentario: Hermoso relato, un mensaje de esperanza, que se haga realidad. Dora