JOEPUTA. Cuentos cortos fantásticos


JOEPUTA

Autor: Efraín Urbiola Mayhuire

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Cuento publicado el 23 de Septiembre de 2008


DIANA
En la mañana del 21 de octubre de 1998, había caído granizo, era raro ese suceso en la sierra, aún siendo un accidente atmosférico que de por sí es imprevisible. Los niños, que no entienden la sabiduría avanzada de quienes avergüenzan pretendiendo explicarlo todo, se disponían a jugar en la tierra, sí en el suelo, que había quedado regado por la lluvia granizada.

Para los mayores, el día seguía su paso habitual, monótono como si duplicara al día anterior, la gente se mueve apresurada en sus propios afanes que el hambre impulsa.
Es impresionante el azul del cielo serrano después que se limpian las nubes grises de lluvia. Las imágenes aparecen como dibujos animados de televisión, claras, definidas, mágicas. El aire fríecito corre y se levanta de las hierbas humedecidas, transportando y despidiendo a su paso un olor indescriptible e inolvidable.
Por alguna cuestión del azar le tocaría experimentar aquella mañana, Abelardo sopesaría causas insólitas de una responsabilidad ajena, no tenía forma de evadirla. Así que inexorablemente se levantó incluso antes de bien despertar. Como suele salir al campo, sin lavarse la cara y bostezando el recuerdo de su sueño, pensaba: -¡Cómo pude cocinar en una olla a mi abuela! Ja,ja,ja,ja… Se reía, mientras continuaba su paso distraído hacia el corral de caballos. – Acaso existen fábricas de tarwi? Volvía a sonreír de su absurdo sueño. Despierto ya totalmente de su vigilia, se sorprende al ver un caballo más del que había dejado la tarde del día anterior, volvió a contar con sus dedos en el aire: - uno, dos, tres, cuatro. Cómo puede ser, si sólo tenemos tres, se decía absorto para adentro. Recordó las características únicas de cada caballo e inmediatamente se dio cuenta que el alazán tostado no le pertenecía; pero como ingresó este caballo al corral, por donde? Se repetía, sin hallar posible respuesta; se detuvo en la conducta extraña de aquella bestia, que parecía jugar como niño en el charco frío vaporante; de pronto, sintió escalofríos, pensó sin querer que tal vez seguía soñando, esto explicaría la escena inadmisible para el mundo real. Mientras casi se decidía ya por persuadirse así mismo que todo era real, el caballo le habló, como habla una persona ¿quieres jugar conmigo? El muchacho quedó suspenso entre lo absurdo y lo más absurdo, quería llorar, volverse de espaldas y correr como venado, pero, no tenía fuerzas, en sus venas sentía la sangre cuajada, no podía siquiera moverse.
Sonó estridente la voz de Martha, hermana mayor de Abelardo. –Levántate oy! Despertó de repente, exhaló harto y sonoro el aire frio de la mañana; entre abierto sus ojos, se dobló hacia delante y se dijo: uffff! Que sueño, que huevada!

En realidad estaba alegre de no ser cierto todo lo sucedido.

Quien pude decir, sin despertar bien, cual de los sueños es innegable, en este absurdo o más absurdo mundo real.

//alex


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Últimos comentarios sobre este cuento

Fecha: 2010-06-02 19:25:40
Nombre: Ricardo
Comentario: Buena trama pero le falta trámite para concluir con el insípido y previsible final. ¡Hey, todavía se puede reparar!...