Diamante negro.. Cuentos cortos fantásticos


Diamante negro.

Autor: Juan Jose Moreno Mejia

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Cuento publicado el 03 de Noviembre de 2015


Me acerco al borde del puente y saco el diamante de mi bolsillo. Pienso que ya ha hecho mucho daño. Pero éste río no podría ser una tumba segura. Menos para un diamante negro. Estuvo varios siglos dentro de la base de un monumento, pero al final salió a la luz y fue muy malo para la humanidad. Cuando lo sacaron en septiembre de 1939, comenzaron a pasar cosas terribles. Pero en 1945 fue de nuevo enterrado. Salió en 1954 de su entierro, pero en una caja de plomo y tierra. Eso salvó a Europa. Pero allí estaban esos locos.


En New York no podría estar por siglos sin ser descubierto y desenterrado. Así que ahora lo tengo y está en mis manos que este pequeño guijarro del mal siga poniendo en peligro al género humano.

No me atrevo a mirarlo. Su capa de hilos de oro y algodón del Nilo, parecen seguros, pero quién no está muy seguro soy yo. Desde que me he visto envuelto en este asunto, no dejo de pensar en lo pequeño que es el mundo. En lo frágil de la existencia del hombre.

Pienso en una mina abandonada, en una tortuosa catacumba, en un agujero del Metro de Madrid o de Barcelona, pero siempre está ese ejército de iluminados que no descansa. Esos locos siempre dan con el guijarro. Desde el siglo XVII lo vienen siguiendo. Y no logro saber como es que ellos se mantienen unidos.


Sin una red de personas seguras, no puedo aventurarme a dar confianza. Nadie se la merece. No, después de conocer la historia de otras personas que se han visto envueltas en esto. Parece que la ansiedad y la avaricia acompañan al desgraciado guijarro que llevo en mi bolsillo.

La chica que me lo dio, pensé que era una loca con su cabeza llena de historias imposibles. Una mitómana insaciable. Ahora soy yo quien está a punto de volverse loco. No recuerdo muy bien el nombre que me dio. Pero se que eso no importa. Lo que importa ahora es poder colocar este diamante negro en un sitio donde nunca más sea posible dejarlo desnudo. Si el aire o el sol lo tocan, la gente comienza a hacer cosas extrañas. Y además, acompasadamente. El príncipe de Holanda, Bernardo, sabía para que serviría. Y lo tuvo en sus manos. Él recibió en una ceremonia en la ciudad de Oosterbeek el diamante negro. Los iluminados se lo entregaban para que creara la maquinaria que sumiría al mundo en una herramienta del mal. Pero esta vez con mayor inteligencia. Lo de Adolfo no sirvió para nada. Bernardo tendría que hacerlo mejor.

Eso fue lo que me contó la chica. Pero se que es verdad. Solo imagino algo e inmediatamente sucede. Una vez pensé en tener dinero y encontré un dinero que acababan de robar. Quise que una mujer muy hermosa estuviese en mi cama, y una hermosísima mujer detuvo mi coche. La perseguía su esposo para matarla. Ese diamante hace cosas extrañas. Es una cristalización del carbón, incompleta y en lugar de ser transparente, es de un negro azulado y brillante.

Llevo un mes con ese diamante en mis manos y parece que lo tengo hace años. Casi no he dormido, he cambiado de casa, de país, de continente. Pero me siguen persiguiendo. No se donde ir. Miro a las estrellas. Se que es imposible. Pero no veo otro sitio.

Posiblemente, hay que sacarlo de La Tierra. Pero…¿quién puede ayudarme en esto?






//alex


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Últimos comentarios sobre este cuento

Fecha: 2015-12-23 00:20:30
Nombre: mercedes gonzal
Comentario: No mantiene el suspense o la intriga o el interés. Está algo flojo.