El Arbol partido.... Otros cuentos


El Arbol partido...

Autor: Juan Cárcamo Romero

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Cuento publicado el 23 de Septiembre de 2008


La multitud miraba curiosa el espectáculo y sus conversaciones eran una suma inentendible de murmullos al final de la calle.
Especulaban, cual mas, cual menos sobre las causas que provocaron que ese enorme árbol cayera partido en dos en el patio de esa casa.
Un rayo que nadie vio o la acción final de un ejército de insectos que comieron su interior hasta debilitarlo, eran algunas teorías.
La multitud miraba curiosa el espectáculo y sus conversaciones eran una suma inentendible de murmullos al final de la calle.
Especulaban, cual mas, cual menos sobre las causas que provocaron que ese enorme árbol cayera partido en dos en el patio de esa casa.
Un rayo que nadie vio o la acción final de un ejército de insectos que comieron su interior hasta debilitarlo, eran algunas teorías.
Pronto caería la noche y las consecuencias de aquel desgraciado accidente se harían más evidentes al sumirse todo el barrio en la oscuridad y del silencio producto de la interrupción del tendido eléctrico y del teléfono.
Con mucho esfuerzo logré alzarme por sobre los hombros de quienes allí estaban y pude ver con asombro una enorme ballena varada entre las ramas de aquel árbol partido. Su cuerpo estaba cubierto por una infinidad de algas que dispersaban el aroma de océanos desconocidos y aún caían gotas de las aguas de esos mares sobre la tierra sedienta del lugar.
Me di cuenta que sólo yo podía ver a ese enorme animal y sólo yo podía percibir el terror que reflejaban sus ojos al verse atrapado en esa situación.
Me quedé mirándola y tratando de buscar una explicación que no lograba encontrar.
Llegaron los municipales con sus sierras y tras un breve análisis de la situación, dieron inicio a la tala de aquel enorme tronco. Aunque no podían verlo, misteriosa y afortunadamente no dañaban al cetáceo con su acción hasta que por fin se vio liberada del abrazo de las ramas.
Agitó su gran cola y sus aletas…para quienes allí estaban, una brisa fresca de aire de mar los refrescó.
Alzó su cuerpo y presurosamente se elevó por sobre los techos de las casas hasta desparecer entre las nubes.
Mientras todos miraban hacia el patio...yo me quedé escudriñando cada detalle del cielo de esa tarde.

//alex


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