El Abuelo Juan
Autor: s3sao
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Era por entonces un precioso tren de vapor, que resoplaba para todo lo que hacia, y que gusto daba mirarlo como arrancaba muy despacito para ir cogiendo poco a poco velocidad.
Aquel tren tenia su historia, recorría unos 60 kilómetros, recogiendo gente cargada de bultos, unos con ropa otros con verduras y hortalizas que llevaban a la ciudad para venderlo y ganarse el sustento, sustento muy difícil por aquellos tiempos pues el hambre era el pan nuestro de cada día.
Cuando regresaban al pueblo, alguna gente hablaba de chiquillos que cuando el trenecito estaba cerca de la estación final subían al tren donde iban las mercancías y tiraban todo lo que podían coger antes de que los pillaran y otros chicos del barrio se las llevaban y después las repartían entre todos, también contaban que se subían al tender, que era el vagón pequeño donde estaba el carbón para alimentar a la maquina y también lo arrojaban para que otros lo cojieran antes de que llegaran los guardas del ferrocarril, que si te agarraban te daban una somanta de palos, entre estos guardas había uno en especial de nombre Ricardo, un hombretón que imponía respeto ayudado por una bastona de avellano que te dejaba unos cardenales como los de Roma, cuando estaba en la estación eran pocos los que se atrevían a ir para coger fruta o carbón, entonces ayudaban a sus madres a llevar la ropa hasta el cercano río donde pasaban todo el día bañándose y jugando hasta que llegaba la hora de regresar a la casa, y por la noche vuelta a empezar entre los vagones del trenecito, ¡cuanta hambre quitó aquel trenecito! Cuando estaba en marcha y subía cuestas empinadas con hermosos frutales los más atrevidos se bajaban en marcha aprovechando la poca velocidad del tren y cojian lo que podían subiéndose otra vez, que tiempos cuantos recuerdos llegaban con el trenecito, con aquel murmullo que subía de tono cada vez que el maquinista lo hacia andar mas deprisa, era como un gran estruendo, pero el estruendo era el de la gente que había ido a la inauguración de la nueva estación y con sus aplausos devolvieron al Abuelo Juan a la realidad, el pitillo se le había apagado y encendiéndolo de nuevo empezó a caminar hacia su casa por que allí ya no quedaba nada por hacer, miró por ultima vez aquellos trenes tan modernos muy bonitos y rápidos, pero sin el encanto de su trenecito de la infancia.
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Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: alexander
Comentario: bonito en es pecial para leerlos a los niños
Fecha: 2008-06-25 13:31:57
Nombre: Chema
Comentario: No planteo ningun conflicto, solo añoranzas de algo que no existe.
Gracias por tus palabras
Fecha: 2008-06-14 13:15:37
Nombre: Pedro
Comentario: Eres muy bueno y como refexión y recuerdo está bien pero...¿que conflicto planteas?.No me parece interesante pero merece la pena leerte porque utilizas muy bien las palabras.Saludos madrileños
Fecha: 2008-04-29 13:41:36
Nombre: Byron Ryes
Comentario: ese cuento está calidad ojalá que escriban más hacÃ
Fecha: 2008-04-20 04:25:24
Nombre: TERESA
Comentario: Es un cuento precioso, voy a probar a contarlo en una residencia de ancianos,ya que por la temática creo que va a gustar mucho.
Fecha: 2008-04-13 13:53:15
Nombre: Fedra
Comentario: Cuantos abuelos,no se deciden a escribir historias que tendran muchas que contar, si eres uno de ellos, BIEN y si no eres abuelo enhorabuena y gracias por estos relatos
Fecha: 2008-04-13 11:44:52
Nombre: arancha
Comentario: tu si q sabes
Fecha: 2008-04-12 23:55:36
Nombre: MIGUEL
Comentario: por todos esos recuerdos merece la pena seguir