Nuestro lugar...nuestros hijos...

Comienza los sábados… La salida de los sábados, siempre el mismo lugar, (no hay mucho para elegir) Ellos hablan de cosas modernas, quieren explicarnos, pero ¡nada! Que sabemos nosotros que es un mega, no sé cuanto, que tienen las cámaras fotográficas, ni cómo se usan esos teléfonos celulares con un montón de funciones, cuando mas o menos entendimos la primera nos olvidamos la que sigue. Bueno sigue con el domingo. Con el almuerzo, que no siempre sale como debiera, o con las intenciones que tuvimos al prepararlo. Muchas veces, todo es amable y ameno, pero otras... todo se hace difícil de sobrellevar.Y me hace pensar que, para qué los invito si ellos no quieren estar aquí. No sólo para conservar las tradiciones o para satisfacer nuestro placer de tenerlos cerca, está bien que vengan. Debería ser placer mutuo. Pero muchas veces noto que lo toman como una obligación. Y es ahí donde comienzo a pensar que para ellos, ya no es un gusto venir, sino un compromiso. Entonces me enojo conmigo, pienso que lo diré en la próxima oportunidad. Luego cobardemente me olvido o me callo, para que todo siga su propio ritmo. En realidad es mejor así, pues llega el lunes y extiendo mis brazos colgando sábanas, luego con el mismo amor las recojo. Tomo una orilla vuelvo a extender los brazos, juntando ambas márgenes para poder doblarlas. Huelo el aroma que a pesar del agua y jabón con que fueron lavadas, dejaron sus perfumes. No dudo de quien usó cada una. Vuelvo a sentir la presencia vívida de sus personitas amadas. Me doy cuenta que ellos no es que no quieran volver sino que tienen la vida en otro lado. Sólo nosotros nos quedamos en este sitio. Y no tenemos para ofrecerles, nada mas que pasado... y ellos son futuro o presente, pero no pasado. Y ese mismo presente los hace alejarse para encontrarse con el futuro inmediato, que es aquí y ahora. De paso van cerrando puertas como las cerráramos otrora. Para quedarnos en éste, nuestro lugar. Ni bueno ni malo, ni lindo ni feo, sólo nuestro...